El conocimiento del propio cuerpo y de sus posibilidades de acción, así como la adquisición de su identidad y autonomía.
El crecimiento armónico y equilibrado del niño, de tal manera que facilite la motricidad, el aprestamiento y la motivación para la lecto-escritura y para las soluciones de problemas que impliquen relaciones y operaciones matemáticas.
El desarrollo de la creatividad, las habilidades y destrezas propias de la edad, como también de su capacidad de aprendizaje.
La ubicación espacio-temporal y el ejercicio de la memoria.
El desarrollo de la capacidad para adquirir formas de expresión, relación y comunicación y para establecer relaciones de reciprocidad y participación, de acuerdo con normas de respeto, solidaridad y convivencia.
La participación en actividades lúdicas con otros niños y adultos.
El estímulo a la curiosidad para observar y explorar el medio natural, familiar y social.
El reconocimiento de su dimensión espiritual para fundamentar criterios de comportamiento.
La vinculación de la familia y la comunidad al proceso educativo para mejorar la calidad de vida de los niños en su medio.
La formación de hábitos de alimentación, higiene personal, aseo y orden que generen conciencia sobre el valor y la necesidad de la salud.